Rellena un breve formulario médico. Un médico colegiado revisará tu caso y te enviará un plan de tratamiento con receta en menos de 24 horas, si procede.
Recibe atención médica privada y rápida para síntomas de infección urinaria o cistitis. Un médico colegiado revisará tu solicitud y, si corresponde, emitirá una receta válida.
Importante: Solo un médico autorizado puede determinar el tratamiento adecuado. Si tu caso no cumple con los criterios de seguridad o requiere evaluación adicional, se te recomendará agendar una consulta. Solo pagarás si se emite la receta.
Recibir tratamientoAtención médica discreta y eficaz, revisada por un médico colegiado — sin citas ni salas de espera.
Ardor al orinar, molestias o ganas frecuentes: recibe ayuda médica en línea sin esperas.
Cada caso es evaluado individualmente por un profesional autorizado.
Envía tu cuestionario médico desde casa, en cualquier momento del día.
La mayoría de las solicitudes se revisan en menos de 24 horas.
Si es clínicamente apropiado, recibirás un plan personalizado y receta válida en tu país.
Tarifa clara. Si el tratamiento no es indicado, recibirás un reembolso completo.
Descubre qué causa una infección urinaria, cómo reconocer los síntomas de alerta y qué hacer para tratarla y evitar que vuelva a aparecer.
Una infección urinaria ocurre cuando bacterias — en la mayoría de los casos Escherichia coli del intestino — entran en la uretra y se multiplican en la vejiga. Esto provoca inflamación de la mucosa vesical, conocida clínicamente como cistitis aguda. Aunque las mujeres la sufren con más frecuencia por tener una uretra más corta, los hombres también pueden desarrollar infecciones urinarias, sobre todo a partir de los 50 años o si existe hiperplasia prostática.
Las bacterias pueden alcanzar el tracto urinario tras mantener relaciones sexuales, limpiarse de forma incorrecta o usar una sonda urinaria durante periodos prolongados. Una vez en la vejiga, las bacterias se adhieren a la mucosa y forman una biopelícula, lo que dificulta que el sistema inmunitario las elimine sin ayuda. Por eso, una infección leve puede empeorar rápidamente si no se trata.
Factores ambientales y de estilo de vida también influyen. La deshidratación concentra la orina y reduce su flujo, facilitando la proliferación bacteriana. La ropa interior ajustada de tejidos sintéticos, aguantar las ganas de orinar en viajes largos o exponer el abdomen al frío repentino crean condiciones favorables para que la infección se desarrolle.
Los síntomas típicos de una infección urinaria comienzan con ardor o escozor al orinar (disuria). Muchas personas sienten una necesidad constante de ir al baño, pero solo logran expulsar unas gotas. La orina puede volverse turbia, tener un olor fuerte o contener rastros de sangre — señal temprana de irritación de la mucosa.
Otro síntoma frecuente es la presión o calambres en la parte baja del abdomen, justo encima del pubis. Si bien algunas molestias pueden aparecer y desaparecer, el dolor persistente indica inflamación activa. También puede aparecer la necesidad de orinar por la noche (nicturia), lo que interrumpe el sueño y aumenta la fatiga.
Estos síntomas rara vez desaparecen por sí solos. Si el ardor o la frecuencia urinaria duran más de 24 horas, se recomienda una valoración médica. Un tratamiento a tiempo elimina las bacterias antes de que lleguen a los riñones y previene días innecesarios de dolor o ausencias laborales.
En internet abundan los consejos como “bebe jugo de arándano y espera”, pero tratarse por cuenta propia conlleva riesgos. Elegir mal el antibiótico o no completar el tratamiento favorece la resistencia bacteriana, lo que complica futuras infecciones. Además, algunos analgésicos de venta libre alivian el dolor, pero permiten que la infección siga avanzando sin notarse.
Un médico colegiado elige el tratamiento en función de los patrones locales de resistencia, antecedentes de alergias y posibles enfermedades asociadas. Los antibióticos de primera línea (como la nitrofurantoína o la fosfomicina) son diferentes a los que se usan para infecciones respiratorias. Una dosis adecuada permite alcanzar niveles eficaces en la orina sin alterar en exceso la flora intestinal.
Actualmente, muchas clínicas permiten evaluar infecciones urinarias no complicadas en adultos a través de un cuestionario médico online seguro. Al revisar factores como el inicio de los síntomas, la fiebre, el dolor lumbar o si hay embarazo, el médico puede decidir si es seguro recetar un antibiótico dirigido o si es mejor una visita presencial.
Una cistitis no tratada puede evolucionar a pielonefritis, una infección renal caracterizada por fiebre alta (más de 38 °C), dolor en el costado y escalofríos. Las bacterias también pueden pasar al torrente sanguíneo y causar una sepsis, que requiere hospitalización y antibióticos por vía intravenosa.
Las infecciones recurrentes de vejiga irritan la mucosa de forma repetida, lo que puede causar cicatrices, incontinencia urinaria de urgencia y menor capacidad vesical. La inflamación crónica afecta el sueño, genera ansiedad por el acceso al baño y aumenta los costes sanitarios.
Un tratamiento temprano, basado en guías clínicas, interrumpe esta cadena de complicaciones. Estudios muestran que comenzar los antibióticos a tiempo reduce la duración de los síntomas en 2–3 días y disminuye hasta en un 90 % el riesgo de afectación renal. Por eso, buscar ayuda desde los primeros síntomas es más seguro y más económico que esperar a ver qué pasa.
La hidratación sigue siendo la mejor defensa diaria: beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día ayuda a diluir la orina y eliminar bacterias. Orinar dentro de los 30 minutos después de tener relaciones sexuales también puede prevenir infecciones, ya que ayuda a limpiar la uretra antes de que las bacterias se adhieran. Para quienes sufren infecciones recurrentes, usar ropa interior de algodón transpirable y evitar prendas ajustadas durante muchas horas reduce la humedad y el calor local.
También es clave no aguantar las ganas de orinar. Retener la orina durante horas aumenta la presión en la vejiga y debilita la respuesta inmunitaria local. Establecer una rutina —por ejemplo, ir al baño cada 3–4 horas durante el día— ayuda a vaciar completamente la vejiga y evita que las bacterias se acumulen.
Si has tenido más de dos infecciones urinarias en seis meses, consulta con un médico. Existen estrategias preventivas como antibióticos en dosis bajas por la noche, estrógenos vaginales en mujeres posmenopáusicas o estudios por ecografía si se sospechan alteraciones anatómicas. Un enfoque personalizado puede hacer que las infecciones ocasionales se conviertan en algo raro, en lugar de un problema mensual.
Recuerda: las infecciones urinarias no complicadas responden bien a tratamientos breves con antibióticos indicados por un médico. Completar un cuestionario médico online permite al profesional confirmar los síntomas típicos y empezar el tratamiento basado en evidencia — o derivarte sin demoras si tu caso requiere una evaluación más completa.
Descubre buenas prácticas, recursos y perspectivas para profesionales de la salud en Europa.
¿Tienes síntomas de infección urinaria? Aquí respondemos a las dudas más comunes sobre recetas online, antibióticos y cuándo consultar a un médico.